¿Cómo estás?

Seguro que es una pregunta que te haces y haces bastante a menudo.

Y la respuesta también será común, “muy bien”.

Una pregunta tan poderosa se queda en una simple pregunta de cortesía, totalmente vacía.

Si nos hiciésemos a nosotros mismos esa pregunta esperando una respuesta real, encontraríamos claves muy interesantes. Saber cómo nos sentimos, nos hace entender nuestros pensamientos y manera de actuar.

Y si la preguntásemos de corazón también sería muy interesante porque comprenderíamos nuestro entorno.

Entender cómo estamos y cómo están los demás es de crucial importancia para adaptarnos al medio. Si sabes cómo estás, entenderás cómo te comportas y lo mismo pasa con los sentimientos, pensamientos y comportamiento de los demás.

Imagina que entiendes perfectamente que le está pasando a tu hijo cuando está enfadado o a tu jefe cuando le notas nervioso, como se van a comportar …

Te atreves a contestar sinceramente a la próxima persona que te pregunte ¿cómo estás?